Small Pencil Cerebristicamente: Sobre el pensamiento contrafáctico: ¿y si ...?

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ANGEL PAZ - Bloguero

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miércoles, 16 de noviembre de 2022

Sobre el pensamiento contrafáctico: ¿y si ...?

Pensamiento contrafactual: ¿y si ...?

Siempre que tomamos una decisión, cerramos algunas puertas y abrimos otras. Para progresar, necesita aprender y avanzar, de lo contrario corre el riesgo de estancarse.


Nos pasamos la vida tomando decisiones. Decisiones pequeñas – más intrascendentes en nuestro día a día- o decisiones que dictaminan los muchos caminos que tomará nuestra vida. Muchas veces culpamos una decisión que hemos tomado en un punto determinado y no podemos evitar el famoso “qué habría pasado si…”: ¿qué habría pasado si hubiera decidido estudiar fuera?, “¿y si nunca hubiera roto con mi pareja? En estos casos nos imaginamos qué sería de nosotros hoy si hubiéramos actuado de forma diferente en el pasado. Son razonamientos hipotéticos con los que muchas ocasiones idealizamos la realidad.

Esto tiene un nombre: pensamiento contrafáctico o contrafactual. Ocurre cuando comparamos la realidad con las diferentes alternativas posibles. Podemos tener estos pensamientos contrafácticos en el pasado y/o en el futuro, conllevando consecuencias, en muchos casos, negativas.

  • Si constantemente nos preguntamos qué habría pasado cambiando algo del pasado, podemos sentirnos mejor con nuestra situación actual (“si no hubiera cogido esa llamada, hoy no tendría trabajo”). Pero, por otro lado, también podemos sentir sensaciones negativas culpando esas decisiones que hoy nos hace ser menos felices en un ámbito determinado. En estos casos idealizamos las consecuencias de haber tomado otra decisión, realidades siempre imaginarias.
  • Si nos preocupamos por el futuro, pensando en alternativas imaginarias de un futuro que es incierto, puede conllevar consecuencias negativas. No solo sentiremos ansiedad por algo que todavía no ha ocurrido, sino que estos sentimientos pueden influir a la hora de tomar decisiones en el futuro: “¿y si hago el ridículo? Mejor no voy”.

¿Y si hubiera continuado mis estudios en el extranjero? ¿Y si sigo con mi ex? ¿Cómo sería mi vida hoy si hubiera aceptado esa oferta de trabajo? Uno de los juegos cognitivos que utiliza la mente humana es imaginar escenarios alternativos. A través del pensamiento contrafáctico intentamos formular hipótesis sobre cómo sería nuestra realidad si hubiéramos tomado una decisión diferente.

Es un ejercicio de la mente no sin implicaciones positivas, pero cuando explorar las diferentes opciones se convierte en una obsesión, las consecuencias son negativas . La frustración, la lamentar o la ansiedad puede convertirse en una parte permanente de nuestra vida si no aprendemos a aceptar y vivir el presente.

El “y si hubiera” sobrepasa en ocasiones la mera función de análisis hipotético para convertirse en un fantasma tormentoso que oscurece nuestro pasado privándonos de la oportunidad de aprender de nuestros errores, nos amarga el presente impidiendo que vivamos el aquí y el ahora y entorpece nuestro futuro, pues invertimos tiempo y energía inútilmente intentando recrear una serie de condiciones y eventos que ya no existen.

El pensamiento contrafactual es nuestro compañero de aventuras cotidiano. Aunque no seamos plenamente conscientes de su existencia, está casi siempre presente. Cada vez que usamos términos como “casi” o “por poco” es el pensamiento contrafactual el que habla, llevándonos a visualizar caminos alternativos al que se materializó.

Expresiones como “si lo hubiera llamado habríamos podido solucionarlo”, “si le hubiera prestado más atención no habría pasado esto”, “si hubiera elegido aquella carrera en vez de esta me encontraría mejor” hacen referencia a eventos imaginados que contradicen los hechos. Son la expresión de un tipo de pensamiento que puede ser muy útil para prevenir futuros errores o puede condenarnos a la insatisfacción y el remordimiento por lo que pudo ser, pero no fue.

¿Qué es el pensamiento contrafactual?

Nuestra vida está llena de opciones, algunas simples y diarias, otras importantes. Siempre que tomamos una decisión, cerramos algunas puertas y abrimos otras. Sin embargo, es inevitable ser asaltado por el pensamiento “¿y si hubiera actuado de manera diferente? '. El pensamiento contrafactual se basa en esto, en la construcción de realidades alternativas a partir de opciones diferentes.

El pensamiento contrafactual es un proceso cognitivo al que recurrimos para imaginar un recorrido distinto al que sucedió, ya se trate de eventos históricos importantes como sucesos más o menos significativos de nuestra vida. A través del pensamiento contrafactual abrimos el tejido del tiempo y desafiamos la realidad para replantearnos lo ocurrido e imaginar cómo sería la sociedad o nuestra vida si todo hubiera seguido un derrotero diferente.

Este tipo de pensamiento suele activarse con una meta fallida y fantasea sobre lo que tendría que haber pasado para que se cumpliera ese objetivo. De hecho, a menudo adopta la forma de ucronías, narraciones que describen un presente alternativo que jamás sucedió. Sin embargo, también puede ser positivo, como cuando nos decimos que “todo podría haber sido peor”.

Respecto a una definición formal tenemos:

“Los pensamientos contrafactuales son representaciones mentales de eventos pasados o acciones alternativas” (BYRNE, 2005; ROESE, 1997)


Por supuesto, el pensamiento contrafactual (contra-actualidad) no es necesariamente una costumbre inservible de la que no pueda sacarse ningún provecho.

Una perspectiva contrafactual hace posible realizar efectivamente un análisis de riesgos y minimizar las consecuencias negativas de una posible catástofre futura. De hecho, el análisis contrafáctico es un ejercicio lógico sumamente útil en disciplinas como la historia, la física, la economía y la cosmología, donde resulta conveniente contar con un escenario de supuestos posibles que favorezcan una mejor comprensión del universo observable.

Nuestro pasado es una fuente inagotable de posibles escenarios para comparar con la situación actual. El razonamiento también es aplicable a contextos futuros (si dejo mi trabajo, podría quedarme desempleado o mejorar mi situación).

Las posibilidades son infinitas y este mecanismo refuerza la creencia de que las decisiones tomadas han marcado nuestra vida. . Esta afirmación es sólo parcialmente cierta. Nuestras acciones pasadas han ayudado a crear el presente y las decisiones actuales afectarán el futuro. Sin embargo, ninguna elección es tan definitiva como un juicio que tenemos el poder de cambia la direccion cada vez.

Como nuestra realidad está cambiando continuamente y el futuro es incierto, es normal que busquemos puntos de referencia a los cuales asirnos. Ahora mismo, mientras intentamos dar un sentido a lo que nos ha sucedido y sigue sucediendo, en nuestra mente se produce una especie de batalla que nos lleva a pensar en cómo podrían haber sido las cosas. Entonces entra en juego el pensamiento contrafactual. El pensamiento contrafactual nos permite explorar diferentes escenarios a través de la pregunta: “¿Qué hubiera pasado si …?” e imaginar resultados alternativos de ese evento. 

Los tipos de pensamiento contrafactual

Cada tipo de pensamiento contrafactual tiene una finalidad distinta y nos lleva por caminos diferentes, por lo que es importante comprender cuál de ellos usamos con mayor frecuencia.

Dado que el pensamiento contrafactual implica una comparación entre dos situaciones, puede clasificarse según los resultados de esa comparativa:

  1. Ascendente. Este pensamiento se produce cuando comparamos de manera directa una situación real negativa con una posibilidad que consideramos mejor. Un ejemplo es: “si me hubiera preparado mejor para la entrevista de trabajo, me habrían dado el puesto”. En este caso el pensamiento contrafactual se convierte en una especie de guía para el futuro pues nos revela qué debemos hacer cuando volvamos a encontrarnos en una situación similar.
  2. Descendente. Este tipo de pensamiento contrafactual se centra en los resultados negativos. Realiza una comparación de una situación real positiva con una posibilidad que consideramos peor. Por ejemplo: “si hubiera llegado tarde a la entrevista de trabajo, no me habrían contratado”. En este caso, los eventos imaginados son peores. 

El pensamiento contrafactual también depende en gran medida de nuestra imaginación, de manera que tenemos:

  1. Pensamiento fantástico. El pensamiento contrafactual fantástico hace leva en nuestra creatividad y altera arbitrariamente la realidad para imaginar resultados diferentes. Por ejemplo: “si tuviera alas, evitaría este atasco”. Aunque no es muy frecuente ya que no tiene un uso práctico, nos ayuda a lidiar por un rato con una situación que nos incomoda y estresa imaginando una situación mejor, aunque sepamos que es imposible.
  2. Pensamiento real. El pensamiento contrafactual real no altera la lógica del mundo, sino que incluye pequeños cambios. Por ejemplo: “si hubiera llegado 10 minutos antes habría cogido el avión” o “si me hubiera callado habría evitado la discusión”. Se trata de caminos alternativos de los que solemos sacar una enseñanza para el futuro.

Según la solución alternativa que ideemos, el pensamiento contrafactual también puede dividirse en:

  1. Pensamiento aditivo. En este caso añadimos antecedentes al evento pasado, generalmente para mejorar los resultados. Podemos pensar, por ejemplo: “si me hubiera comprado las herramientas adecuadas, habría terminado antes”.
  2. Pensamiento sustractivo. En este caso eliminamos hechos del evento pasado cuando reconstruimos otra versión de la realidad. Por ejemplo, podemos decirnos: “si no me hubiera tomado esa última cerveza habría llegado a tiempo”.

Tanto el pensamiento contrafactual aditivo como sustractivo suelen facilitar la generación de nuevas ideas y a menudo nos brindan soluciones de cara al futuro. Estimulan la asociación creativa y asociaciones remotas para buscar las causas de nuestros problemas o errores y solventarlas.

Por último, e pensamiento contrafactual también puede catalogarse según el tipo de acción:

  1. Pesar por la acción. Cuando experimentamos pesar por la acción implica que deseamos no haber hecho algo. Podemos pensar, por ejemplo: “tendría que haberme callado”. Este tipo de pensamiento contrafactual es más común a corto plazo, en el término de días o semanas.
  2. Pesar por la inacción. Cuando sentimos pesar por la inacción significa que desearíamos haber hecho algo. Es curioso que esta tendencia sea más común a largo plazo y aparezca al cabo de los meses o incluso años, refiriéndose a eventos más lejanos. Por ejemplo: “debería haber dedicado más tiempo a mi pareja”.

¿Por qué tendemos a imaginar caminos alternativos?

Esta tendencia puede deberse a que estamos, constantemente, buscando nuestro éxito. En este caso, el pensamiento contrafáctico nos viene porque no estamos contentos con nuestra realidad o con decisiones tomadas en el pasado que todavía hoy no aceptamos. Estos pensamientos constantes, como hemos dicho, pueden convertirse en sentimientos de remordimientos y culpabilidad. Imaginándonos en una vida de fantasía y no estando satisfechos con el camino que estamos tomando o tomaremos.

Pero es importante saber que una decisión no cambia el resto de nuestras vidas. No es esa decisión la que hace que ahora estemos donde estemos, sino todas las decisiones que tomamos a partir de una, que nos mantiene en ese camino. En la vida estamos constantemente tomando decisiones, y al final es la actitud de nosotros ante nuestra realidad actual la que condiciona cada situación.

 

Beneficios del pensamiento contrafactual

Este mecanismo cognitivo ofrece varios beneficios, pero debe utilizarse de forma equilibrada. Primero, nos ayuda a aprender de los errores del pasado y a planificar mejor nuestras decisiones. Si ya nos hemos encontrado con una encrucijada, tenemos una base para predecir el resultado. La experiencia, por tanto, puede ser un punto de partida que nos ayude a tomar mejores decisiones .

Pongamos un ejemplo. No has aprobado un examen en el pasado porque no te preparaste de antemano ? Seguro que inmediatamente después pensaste: 'si me hubiera organizado mejor, habría aprobado el examen'. Esta experiencia te ayudará, en el futuro, a organizar mejor la agenda de compromisos.

Por otro lado, también te permite sentirte satisfecho con tus decisiones. ( si no hubiera cambiado de ciudad, no hubiera conocido a mi mejor amigo ) y dar un suspiro de alivio cuando tenemos experiencias negativas ( sin el cinturón de seguridad abrochado, ese accidente habría tenido consecuencias mucho más graves ).

Hombre en una encrucijada que hace uso del pensamiento contrafactual

Cuándo y cómo conviene utilizar el pensamiento contrafactual

Abba Eban

“La tragedia es la diferencia entre lo que es y lo que pudo haber sido”


El pensamiento contrafáctico se encuentra estrechamente ligado con la teoría física de los Multiversos, según la cual existen múltiples universos con leyes físicas propias.

Bajo el modelo de los universos múltiples, todas las probabilidades se cumplen y existe un Otro Yo haciendo exactamente lo mismo que hemos hecho, al igual que existe un Otro Yo haciendo lo que “debimos haber hecho”.

Esta visión aporta gran utilidad como modelo científico e hilo central de argumentos de ciencia-ficción, pero no siempre genera beneficios equitativos para el individuo común.

El pensamiento contrafactual no se limita ni debe limitarse a un escrutinio inmisericorde de los eventos pasados. De hecho, volcarse en la visualización persistente de mejores alternativas que, finalmente, no se dieron, es el origen del arrepentimiento, que ya ha sido protagonista per sé de numerosas obras literarias insipiradas en la dificultad de tomar decisiones acertadamente.

“La tragedia es la diferencia entre lo que es y lo que pudo haber sido”, dijo una vez Abba Eban.

El pensamiento contrafactual inadecuado hace proliferar vidas llenas de tragedia.

(Markman et al., 1993; Roese, Hur, & Pennington, 1999)

Los pensamientos contrafactuales se activan CON una meta fallida, y especifican lo que tendría que haber pasado para cumplir esa meta


Una vez más, la utilidad más trascendental del ejercicio contrafactual consiste en la posibilidad de anticiparse a eventos negativos y prevenirlos. En el ámbito cotidiano de la toma de decisiones, esto ocurre cuando evaluamos las posibles consecuencias de una decisión antes de tomarla, o cuando evaluamos el impacto que nuestras palabras pueden tener en una persona antes de decirlas.

El pensamiento contrafactual resulta provechoso cuando es aplicable a la construcción de un escenario favorable, pero se torna pernicioso y disfuncional cuando promueve únicamente sentimientos de culpa por eventos pasados que ya no pueden modificarse.

Curiosamente, el análisis contrafactual es un hábito tan común que pasa desapercibido en el lenguaje cotidiano. De este modo, cuando usamos términos como “casi” o “por poco” en realidad estamos visualizando un escenario posible de alternativas mejores —o peores— que no se materializó en el universo observable.

La activación de los pensamientos contrafactuales ocurre cuando se falla en el cumplimiento de una meta establecida, y sigue un patrón de razonamiento que especifica lo que tendría que haber pasado para cumplir esa meta. El problema, por supuesto, es que los sucesos implicados en el logro de dicho objetivo ya no son modificables, y tampoco el logro estipulado inicialmente es susceptible de ser alcanzado.

Cuando Gautama dejó plasmado que el hecho de que todo lugar sea aquí y todo momento sea ahora ya es un motivo de gran alegría, es válido considerar que se refería al alivio que produce saberse parte del presente, que es el único periodo en el que es posible efectuar cambios que contribuyan al logro de metas y a prevenir brotes de arrepentimiento.

En contextos de menor aprovechamiento, el pensamiento contrafactual no es sólo un inconveniente, también es un mecanismo eficaz de tortura psicológica.

Luces y sombras del pensamiento contrafactual

La funcionalidad del pensamiento contrafactual depende de numerosos factores, desde el tipo de problema o evento que nos preocupa hasta el grado en que fomenta la puesta en marcha de un plan de acción adecuado y, por supuesto, el estado emocional que genera.

En sentido general, la posibilidad de revisar las consecuencias de nuestras decisiones o de los sucesos del pasado y reconsiderarlas recreando un futuro diferente es beneficiosa psicológicamente. De hecho, el pensamiento contrafactual no es una simple recreación retrospectiva de lo que pudo haber ocurrido, sino que puede convertirse en el primer paso de un proceso constructivo mediante la simulación mental de nuevas posibilidades que pueden ser perfectamente válidas en un futuro inmediato.

El pensamiento contrafactual puede contribuir a optimizar el proceso de toma de decisiones, ayudándonos a ver las cosas desde una perspectiva más amplia usando la experiencia del pasado. Por tanto, nos permite prevenir errores, sobre todo cuando pensamos en eventos recurrentes o que pueden volver a repetirse.

Incluso los pensamientos vinculados a eventos negativos pueden ayudarnos a mitigar una realidad desagradable y evadirnos de los sentimientos de impotencia y frustración induciendo, aunque sea de manera fugaz, un estado emocional positivo cuando simulamos esos buenos resultados.

Imaginar que en una realidad alternativa conseguimos el trabajo o logramos subirnos al avión puede tranquilizarnos y motivarnos a esforzarnos más en el futuro. Pensar que podíamos haber hecho otra cosa o haber tomado otra decisión puede dar lugar a la esperanza, alimentando una nueva motivación para afrontar el futuro con una actitud más optimista.

En cambio, el pensamiento contrafactual puede volverse disfuncional cuando promueve sentimientos de culpa por eventos pasados que no podemos modificar o genera remordimientos, ira o frustración. De hecho, mantenerlo a largo plazo, volviendo una y otra vez sobre los mismos hechos, no es beneficioso psicológicamente, sino que conduce a la obsesión.

Determinados hechos del pasado, por ejemplo, pueden haber tenido consecuencias importantes en nuestra vida, pero evocarlos no es útil porque se trata de oportunidades perdidas y no podemos hacer nada para remediarlas, ni en el presente ni en el futuro. Tal es el caso de eventos extraordinarios que ocurren una vez en la vida y la marcan, como la elección de una carrera.

De hecho, el contraste que suele producir este tipo de pensamiento genera o amplifica lo que se conoce como “emociones contrafactuales”. Las emociones contrafactuales más comunes suelen ser negativas, como la frustración, la culpa, el remordimiento, la vergüenza, la indignación, la pena o incluso la envidia.

Obviamente, experimentar esas emociones al volver al pasado puede convertirse en un arma de doble filo que termine desequilibrándonos emocionalmente. Siempre existe el riesgo de que el pensamiento contrafactual se convierta en un reproche mental incesante que no nos beneficia en absoluto.

Usar el pensamiento contrafactual de manera constructiva

El pensamiento contrafactual puede ser una excelente herramienta de aprendizaje o, al contrario, puede arruinarnos la vida. Las personas optimistas, por ejemplo, suelen tener más pensamientos contrafactuales ascendentes porque estos les ayudan a no volver a cometer los mismos errores y a planificar mejor para el futuro. Aunque también usan el pensamiento contrafactual descendente para celebrar que se han salvado de un problema.

En cambio, las personas pesimistas pueden terminar culpándose. Se convierten en víctimas de la teoría del doble vínculo presentando escenarios sin salida. Pueden pensar, por ejemplo: “si fuera más inteligente me habrían dado el puesto de trabajo” o “si hubiera tomado otro camino no habría tenido el accidente”.

Por tanto, la clave radica en usar el pensamiento contrafactual de manera positiva para intentar comprender en qué nos equivocamos o qué podríamos haber hecho mejor de cara al futuro.

Centrarse en el presente

Si perdemos de vista la utilidad de este pensamiento y empezamos a utilizarlo constantemente, tendremos un problema. Probablemente empecemos a probar varios sentimientos negativos hacia las decisiones tomadas. Puede surgir la culpa, el arrepentimiento o la frustración: 'Podría haber salvado esa amistad con un poco de compromiso', 'si no me hubiera casado tan temprano, podría haber disfrutado más de mi juventud'.

El pensamiento contrafactual ciertamente puede servir como una guía para el futuro, pero no tiene por qué anclarnos al pasado. Si su sensación es que no ha actuado correctamente, intente corregir el error y aprenda la lección para situaciones futuras. En cualquier caso, considera la reflexión como un punto de partida para construir el futuro que deseas, pero no dejes que se convierta en un lastre emocional.

Entrar en un círculo cerrado de miedos sobre el futuro es fuente de ansiedad, estrés y indecisión paralizante . 'Si me presento a la entrevista y me enojo, me veré ridículo'. La verdad es que no podemos predecir el futuro; tal vez estés nervioso o tal vez consigas el trabajo.

Como dijo la tortuga en la película Kung Fu Panda “Ayer es historia, mañana es un misterio, pero hoy es un regalo. Por eso se llama presente ”. Aprendemos a aceptar el momento presente, crecer a partir de la experiencia y dar lo mejor de nosotros para dar forma al futuro que queremos. Cometer errores es parte de la vida y el camino se traza caminando. Cada día nos ofrece nuevas oportunidades.